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Reflexión
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Perdón por los muertos
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2023-01-20
Por José Luis Exeni

Una de las canciones más entrañables de Silvio Rodríguez, que me acompañó en el largo verano de la anarquía, es “Pequeña serenata diurna”. Me calaba el hueso, en especial, esta declaración enorme: “quiero que me perdonen, por este día, los muertos de mi felicidad”. Y sí, hay muertos esenciales sin los cuales no seríamos personas felices. Todos los tenemos. En mi caso albergo cinco. Agradezco su existencia, siento su partida, les pido perdón.

Pero hay muertos distintos, perdones de otro tipo. Muertos por represión estatal, por masacre. Pedidos de perdón manchados de sangre, plenos de cinismo. No otra cosa es el reciente mensaje de la presidenta accidental del Perú, Dina Boluarte: “Si en algo nos hemos equivocado en encontrar la paz y la calma, pido perdón al pueblo peruano”. Qué tal. Lo dice 42 muertos después por disparo de la fuerza pública. Extraña “pacificación” sembrada de cenizas.

AP Photo/Fredy Salcedo

Lógica de la razón procaz: mato, luego pido perdón. No son “equívocos”, sino acciones deliberadas. No encuentran la paz, sino el desgarro. A reserva del debate sobre las condiciones en que Boluarte asumió la presidencia, es inaceptable que el esquema de poder se sostenga sobre crímenes y violación de derechos humanos. Aunque estos muertos minúsculos (sic), para la elite limeña, la OEA de Almagro y gran parte de la comunidad internacional, no cuenten. Son “azuzados por extranjeros”. O peor: “Evo es el culpable”.

Recuerdo que en reacción al “febrero negro” de 2003 en Bolivia, con 31 muertos por el fallido impuestazo en el gobierno de Sánchez de Lozada, escribí con más rabia que argumentos una columna titulada La democracia asesina: “¿Hasta cuántos cadáveres está permitido equivocarse? Los muertos como peaje, la muerte como alimento. Ay, la democracia”. Erraba en el blanco: el problema no es la democracia, sino su ausencia. La democracia no debiera tolerar ni un solo muerto por mano del Estado. Menos una masacre.

¿Cuántos muertos más tendrá que haber en el Perú abismal para que el poder político y los poderes fácticos, rancios, viabilicen una salida pacífica y democrática a la crisis? ¿Hasta cuándo se seguirán ignorando/blanqueando las muertes por represión? (“choques”, dice el diario verde; “peleas”, titula otro; “fuego cruzado”, se dijo aquí el 2019). No habrá pacificación mientras la vida del otro no valga nada a título de “terrorista” o, como en las masacres de Sacaba y Senkata en Bolivia el 2019, de “horda salvaje”.

Los muertos esenciales se/nos perdonan. Y se agradece. Los muertos-bala, en cambio, ejecutados en nombre de la “paz y la calma”, no tienen perdón. Ni olvido. Con impunidad y sin verdad/justicia para las víctimas no hay democracia.


José Luis Exeni Rodríguez es politólogo boliviano.