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Reflexión
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Anticolonialismo
Agosto, mes de la Pachamama
AN Original
2022-08-03
Por Verónica Córdova

Agosto. Comienza el mes en que la Pachamama despierta hambrienta de su sueño de invierno. Es tiempo de rituales. En el campo, las familias ch’allan en los patios las mejores ocas y papas de la cosecha recién terminada. Las comunidades peregrinan a los cerros sagrados para pedirse perdón los unos a los otros y deshacerse de penas y problemas. En las ciudades, los viernes se llenan del humo de los sahumerios. Las tiendas, las oficinas y los mercados encienden hogueras en calles y atrios, mientras las caseras que venden mesas-dulces literalmente “hacen su agosto”.

Se dice que es el mes de la Pachamama y, muy convenientemente, es también el mes patrio en Bolivia —que quizás, dada esta coincidencia, deberíamos llamar matrio. Agosto es un tiempo ambiguo: el invierno está acabando, pero todavía no empieza la primavera. Se recogió la cosecha, pero todavía no estamos listos para la nueva siembra. La ambigüedad nos llena de incertidumbre, pero también de esperanza. Estamos en pausa, esperando todo lo bueno y todo lo malo que pueda llegar en este nuevo ciclo.

Por eso, además de ser tiempo de alimentar a la Pacha, es tiempo de perdonar y de pedir disculpas. Es tiempo de purificar y de limpiar, de poner en orden. Es tiempo de dejar atrás las penas, enterrar los rencores y prepararnos para lo nuevo que comienza. Es tiempo de sacudirse las penas, como arvejas de la falda. Es tiempo de quemar q’oa y hacer ofrendas para que la Pacha nos regale un nuevo ciclo de prosperidad y esperanza.

Pero ¿cómo se puede perdonar, si no ha habido reparación ni justicia?; ¿cómo enterrar las tristezas del pasado, si vemos venir nuevas violencias en el futuro cercano?; ¿cómo purificamos y limpiamos nuestra casa común, si los mismos que la han mancillado siguen buscando nuevas formas de agraviarnos?

Hay una grieta profunda entre nosotros, que cada día se engrosa y se abisma. ¿Dónde estarán los puentes que nos permitan cruzarla? ¿Quién los construirá, con qué materiales, con qué herramientas?

Si algo podemos agradecer del triste ciclo que tratamos de dejar atrás, es que nos ha mostrado con claridad los males que nos aquejan: el racismo, la intolerancia, el egoísmo, la violencia. ¿Con qué inhalaciones, con qué bálsamos o qué emplastes los curamos?

Urge empezar un nuevo ciclo, roturar la tierra para sembrar nuevas semillas. Esperar por lluvias generosas. Nada de eso puede hacerse con el corazón oscuro: hay que peinarse el cabello de raíz a punta, y en cada movimiento ir sacándose los rencores y las penas. Que se vayan, que se alejen, que no vuelvan. Urge subir, todos juntos, al más sagrado de nuestros cerros Achachilas, para abrazarnos y perdonarnos ante los ojos de la Pacha. No creo que este agosto podamos hacerlo. ¿Quizás el próximo año?

Verónica Córdova es cineasta boliviana.