Gracias a la orientación científica, algunos campesinos colombianos están aprendiendo cómo predecir el clima para cosechar sus cultivos
Movimiento de agua en el cultivo de arroz | Getty Images
Entre abril y mayo de 2014, los arroceros colombianos de Montería y Cereté sembraron sus cultivos, como es usual, pero la lluvia no llegó y en agosto, el mes de cosecha, no hubo ni un bulto qué sacar. Solo un grupo de 179 campesinos dueños de 2.000 hectáreas de estas dos regiones de Córdoba pudieron esquivar la fatalidad: siguiendo el consejo de unos científicos, habían decidido no sembrar durante esos dos meses, así evitaron pérdidas que, sumadas, podrían haber ascendido a los 8.000 millones de pesos (unos 37 millones de dólares).
Un semestre después, a pesar de las evidencias, la historia se repitió: cientos de campesinos sembraron en septiembre, como lo dicta la tradición agrícola, y fracasaron por segunda vez, mientras que los mismos 179 cultivaron en noviembre y cosecharon en marzo.
La situación se replicó por todo el país, pero sin la excepción positiva: millones de campesinos cultivaron en las épocas en las que lo habían hecho siempre, siguiendo las enseñanzas de sus padres y abuelos, y se quedaron con las manos vacías: sin cosechas y sin dinero para vivir.
Las alarmas se prendieron. Colombia es un país donde el 80 por ciento de los alimentos que se consumen son producidos por los campesinos, lo que significa que si no pueden cosechar sus cultivos, el país entero podría entrar en desabastecimiento.
¿Qué hicieron diferente los 179 campesinos que lograron salvar sus cosechas? Usaron la ciencia.
Un piloto que miró hacia el futuro
Colombia es un país bimodal: tiene dos temporadas de lluvia y dos de sequía. Según ese modelo, llueve de abril a junio y de agosto a noviembre, y hay sequía entre enero y marzo, y entre julio y diciembre. Sin embargo, los efectos del cambio climático han hecho que la bimodalidad cambie y que ya no sea previsible cuándo lloverá y cuándo habrá sequía.
El no poder predecir el clima ahora tiene, como consecuencia, la situación de Cereté y Montería: miles de cosechas perdidas.
En las ciudades, los cambios del clima significan sobre todo más lluvias. En el campo las variaciones son preocupantes porque, por siglos, los campesinos han usado la estacionalidad bimodal para definir cuándo plantar sus cultivos y cuándo cosecharlos. El no poder predecir el clima ahora tiene, como consecuencia, la situación de Cereté y Montería: miles de cosechas perdidas.
Y aunque el país tiene bajas emisiones de gases de efecto invernadero, es muy vulnerable a los efectos del cambio climático. Para enfrentarlos, debe concentrar sus esfuerzos, y su dinero, en adaptarse a esa realidad.
Para ayudar a los campesinos del país y como proyecto de adaptación al cambio climático, en 2014 el Centro Internacional de Agricultura Tropical (Ciat) diseñó un plan piloto con información estadística del Gobierno y de los gremios del campo con el fin de analizarla y bajarla en modelos tecnológicos para dar consejos sobre cómo y cuándo cultivar con base en datos pasados y presentes.
Por ejemplo, tomar los datos estadísticos sobre cuáles fueron las variedades de arroz que mejor se comportaron durante las sequías de 1997 en todo el país para que los campesinos puedan decidir cuál variedad cultivar; o entender qué granos han soportado mejor las lluvias a lo largo del tiempo.
Con ese mismo análisis, el Ciat –que hace investigación colaborativa para mejorar la productividad agrícola y el manejo de los recursos naturales en países tropicales en vía de desarrollo– comenzó a hacer pronósticos certeros sobre cómo iba a ser el clima los cinco o seis meses siguientes.
Para probar su piloto en el territorio, decidió entonces acercarse a los arroceros del país por dos razones: primero, son el grupo de campesinos que más depende del agua para sus cultivos; segundo, Fedearroz, el gremio que los reúne, tiene más de tres décadas de información guardada sobre fechas de siembra y cosecha en todo el territorio nacional.
Con la información del Ciat, de la mano de Fedearroz y del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), que consiste en usar la Big Data para sacar patrones confiables, lograron explicarles a los 179 campesinos de Montería y Cereté cuándo cultivar. El piloto fue ciento por ciento exitoso. El éxito fue tan rotundo, que recibió el premio al mejor trabajo en cambio climático y datos de Naciones Unidas, en 2014.
A partir de ese momento, el Ciat y el Ideam siguieron su trabajo para apoyar a los campesinos de Colombia a enfrentar el cambio climático y salvar sus cultivos a través de procesos regenerativos, como lo son la innovación y la adaptación.
Para llevarlo a todo el país, el centro de investigación y el Ministerio de Agricultura pensaron en la importancia de crear una página web donde todos pudieran consultar los pronósticos agroclimáticos. Así nació Aclimate Colombia, una plataforma donde se pueden consultar los boletines agroclimáticos. Ocho años después, el proyecto se transformó en algo mucho más avanzado, práctico e inmediato para los campesinos: una app.
Melisa, inteligencia artificial que salva cultivos
En la mitología griega Deméter era la diosa de la agricultura y la creadora de las estaciones. El mito cuenta que tenía un séquito de sacerdotisas a las que llamaban 'Melisas', que eran las mediadoras entre los humanos y la diosa del clima y la siembra.
En honor a esas mediadoras, el Ciat junto a Bioversity International lanzaron en junio de 2022 la aplicación móvil Melisa chatbot, un sistema de inteligencia artificial que les brinda a los campesinos pronósticos agroclimáticos.
Melisa obtiene los pronósticos del clima de Aclimate Colombia. Funciona en Whatsapp, Facebook y Telegram. Lo único que debe hacer el usuario es preguntarle, por ejemplo, ¿cuál es el pronóstico climático en Palmira?, a lo que ella responderá que, para el trimestre junio, julio y agosto de 2022, hay una probabilidad de un 74,8 por ciento de lluvias por encima del promedio histórico.
El cambio climático es una realidad ineludible. Proyectos como los del Ciat, sin embargo, son herramientas prácticas para que los campesinos, el corazón agrícola de cualquier país, puedan enfrentarlo. Aclimate Colombia y Melisa son la prueba de que en la ciencia están las respuestas para lograr un desarrollo regenerativo en Colombia y en cualquier país.
Juanita Rico - Periodista de democraciaAbierta. Literata de la Universidad de los Andes con Maestría en Periodismo de la Universidad del Rosario, una especialización en Business intelligence y Big Data de la Universidad del Rosario y otra en Marketing Digital en la Universidad de los Andes. Interesada en el periodismo ambiental, de derechos humanos y género y en el rol de las redes sociales y el big data para el periodismo y la democracia.
Contenido Original por Open Democracy