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“Si toleramos los abusos, acabamos teniendo presidentes violadores de sus propias hijas”
Pikara
2020-03-23
Por Mª Ángeles Fernández

La documentalista nicaragüense Leonor Zúniga ha rodado un corto sobre qué supuso para Zoilamérica denunciar a su padre, Daniel Ortega, de abusos sexuales cuando era una niña. “La gente ha conectado el hecho de que Zoilamérica no recibió justicia en 1998 con el hecho de que estamos lidiando con un dictador violador de derechos humanos”, cuenta.


Leonor Zúniga, durante la entrevista en Bilbao. / Foto: J. Marcos

Corría el año 1998 cuando Zoilamérica Ortega Murillo, la hija de la actual vicepresidenta de Nicaragua, Rosario Murillo, e hija adoptiva del presidente del país, Daniel Ortega, denunció a este por los abusos sexuales sufridos desde que tenía nueve años. El caso llegó a los tribunales en 2004, pero había prescrito. La historia revive con fuerza hoy a través del documental ‘Exiliada’, de la directora nicaragüense Leonor Zúniga.

“Es un excelente ejemplo de esta cultura de silencio e impunidad alrededor del abuso sexual en las familias y puede ser un espejo en el que otras familias pueden fijarse”, explica la documentalista en Bilbao, donde ha viajado para participar en una proyección y un debate sobre los abusos sexuales en la infancia y la actual situación de Nicaragua. “La gente siente rabia cuando ve la película por todo lo que se dejó pasar en Nicaragua”, añade.

Y es que, la impunidad que vivió este caso, que ha provocado entre otras cosas que Zoilamérica viva hoy exiliada en Costa Rica, puede ser relacionada con la situación actual en Nicaragua, donde las violaciones de derechos humanos son constantes y parte de la población ha tenido que marcharse del país. Como Zoilámerica, como Leonor Zúniga, o como Fernanda Callejas y Silvia Zúniga, dos jóvenes feministas que tras salir de su país han creado el colectivo Feministas por Nicaragua-Euskal Herria, que impulsó el visionado del documental.

Con las palabras precisas, las ideas muy claras y las decisiones atadas, Leonor Zúniga habla de Nicaragua, de impunidad, de los abusos a la infancia y del exilio. De todo eso va ‘Exiliada’ y de qué pasa con las víctimas de abuso sexual cuando tienen el valor de denunciar a un miembro de la familia.

¿Por qué contar ahora un caso que fue denunciado en 1998?
La búsqueda de Zoilamérica de justicia es un tema que sigue presente en Nicaragua y ha regresado con más fuerza a raíz dela crisis humanitaria y de derechos humanos de 2018. Una de las cosas más gratificantes que ha sucedido es que la gente ha comenzado a conectar el que hecho de Zoilamérica no recibió justicia en 1998 con el hecho de que estamos lidiando con un dictador violador de derechos humanos, a decir que si hubiéramos dado justicia a Zoilamérica no estaríamos viendo lo que estamos viendo. Zoilamérica está hablando mucho sobre las violaciones de derechos humanos en Nicaragua y es una voz muy viva desde Costa Rica.

Yo comencé a filmar esta película cuando había sospechas de que Rosario Murillo se iba a lanzar como candidata a la vicepresidencia. Pensé que era un momento histórico, un sello entre la complicidad de ella y Daniel Ortega para esconder el abuso sexual. Previo a eso, el abuso sexual es un tema que tengo trabado en mi corazón y tenía claro lo que quería expresar: qué pasa con las víctimas de abuso sexual cuando tienen el valor de denunciar a un miembro de la familia. Hablaba con diez amigas mías y siete habían sufrido abuso sexual, varias por miembros de la familia. Y me impresionaba que familias que parecían desde fuera perfectas les pedían a sus hijas que no hablaran del tema, que no armaran escándalo en nombre de la unidad familiar; y esas familias continuaban teniendo una relación funcional con los abusadores sexuales. Empecé a cuestionar qué pasa dentro del ámbito familiar, cómo reacciona la familia ante una denuncia de abuso sexual.

¿Se ha visto el documental en Nicaragua?
Hasta ahora ningún cine ni organización puede presentarlo sin que eso signifique un riesgo. Quiero que se presente en Nicaragua, pero en las condiciones adecuadas. Si no a inicios del próximo año la pondré online, accesible para que lo vean los nicaragüenses. Es una película que se hizo para compartir, quiero promover una discusión abierta sobre qué ocurre con el abuso sexual dentro de la familia y que la gente conecte que no podemos tener una sociedad que no sea autoritaria si a lo interno de la intimidad familiar estamos protegiendo los abusos de poder.

¿Ha cambiado la percepción sobre Zoilamérica?
Una de las cosas de las que me siento más contenta es que las personas dan un giro: de ver a Zoilamérica como una figura política que tiene intereses de criticar o no a Daniel Ortega a verla como un ser humano. Una de las cosas que me hace sentir más contenta es la humanización de Zoilamérica, porque es muy común que las víctimas de abuso sexual sean estigmatizadas, les digan ‘mentirosas’, ‘locas’, que les acusen de tener agendas ocultas y que por eso hablan; y eso se le dijo mucho a Zoilamérica.

Cuando ves este documental, la gente se impresiona de ver a Zoilamérica como una madre muy cercana a su hijo, como una persona extremadamente resiliente, porque, a pesar de todo lo que ha ocurrido, ella ha seguido hacia adelante y nunca ha negado su verdad y ha logrado seguir adelante con su búsqueda de felicidad. A la gente le impresiona mucho ver este lado íntimo, como un ser humano integral y no como la mancha en la biografía de Daniel Ortega. La gente siente rabia cuando ve la película por todo lo que se dejó pasar en Nicaragua. La película recoge lo que sucedió dentro de esta familia, pero también aborda a todas las personas que sospechaban que sucedía algo ahí y que no hicieron nada para detener el abuso o para respaldar la búsqueda de justicia de Zoilamérica. Y en el contexto actual de Nicaragua hay mucha gente que le da rabia e impotencia sentir que pudieron haber hecho más.

Hay una reinterpretación del caso desde el punto de vista político, dices. Pero, ¿has visto un cambio respecto al peso de la mirada feminista, a la fuerza del Yo te creo o del MeToo?
De lo que trata esta película es complementario a lo que generado el MeToo: vivimos en una sociedad que dice ‘denuncien’, ‘hablen’… y, ¿qué pasa cuando alguien hace una denuncia? No solo con los tribunales de justicia, o con tu trabajo, sino ¿qué pasa con tu familia? Si constantemente estamos pidiendo que denuncie, pero la familia, que es el primer núcleo, no reacciona respaldando a la víctima, estamos conviviendo con la imposible tarea para las víctimas de denunciar a un miembro de su familia porque significa perderlo todo, como en el caso de Zoilamérica.

Para mí también era importante no hacer una película en la que la conclusión sea no vale la pena hacer una denuncia porque qué dura la vida de Zoilamérica. Una vez le pregunté: “¿Te arrepentís de haber puesto la denuncia, porque tu vida cambió para siempre?”. Y me dijo: “No voy a negarte que pequé de ingenuidad porque nunca que pensé que la respuesta de mi familia y del partido político iba a ser tan violenta contra mí, pensé que alguna gente iba a reaccionar. Pero aunque mi vida ha sido extremadamente difícil, nada, nada es tan terrible como vivir en la prisión del silencio de una familia que te culpabiliza. Hay una libertad que se gana hablando que es más fuerte que cualquier ruptura que se haya originado”. Lo que también quiero con la película es que los miembros de las familias que protegen a los abusadores vean un espejo donde se den cuenta del impacto terrible que tiene en la vida de las víctimas y que sí pueden cumplir el rol de apoyar a las víctimas y aislar a los acusadores.


Leonor Zúniga posa en Bilbao. / Foto: J. Marcos

El título va por ahí, la vida de una exiliada. ¿Tú también eras exiliada?
Sí, soy exiliada. Hice la película en secreto, la comencé a filmar en 2016 y la hice pública en 2019 sin decirle a nadie, más allá del grupo pequeño que trabajaba. Alguno de los créditos de la película son anónimos. La hice en secreto para evitar que hubiera ningún obstáculo para que yo pudiera terminarla. Cuando hago una segunda versión para ajustar unas cosas, estalla la crisis en Nicaragua y yo estaba viviendo en allí. Era como vivir en una zona de guerra, las calles estaban tomadas por los paramilitares o por la gente defendiéndose de los paramilitares, era una situación imposible y yo sentía que tenía una bomba en las manos. En medio de este ambiente polarizado y violento, tenía una película que era extremadamente crítica con el presidente y la vicepresidenta, y para salvaguardar mi integridad física y para ser capaz de terminarla me mudé a Costa Rica a finales de 2018. Saqué la película en marzo de 2019, desde entonces no he vuelto a Nicaragua.  

¿Temes volver?
Por supuesto. Si vos sos una persona crítica, periodista, ecologista, feminista y criticás, como sería normal en cualquier democracia, a este gobierno tu vida está en peligro. Yo sabía que era una posibilidad estar exiliada, aún antes de la crisis, cuando estaba haciendo la película y fue una decisión que tomé conscientemente: o me quedo en Nicaragua y no hago los trabajos que hago, porque me gusta hablar de las relaciones de poder, o salgo de Nicaragua y hago la película. Yo prefiero, igual que Zoilamérica, salir de esta prisión y hacer las cosas que me inspiran y poder expresarme libremente. No lo deberíamos tolerar y si lo toleramos y pensamos que es normal tenemos presidentes que son violadores de sus propias hijas.

 

 

 

 

 

 

 


Mª Ángeles Fernández: Periodista. Aprendiz. Caminante. 



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