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Alice Driver: «En la información sobre migraciones se cuentan las mismas historias: falta diversidad»
lamarea.com
2020-03-12
Por Natália de Oliveira Ramos

Nueva entrega de las entrevistas Con Acento, de la Fundación porCausa. En este ocasión, hablamos con Alice Driver, periodista


La periodista estadounidense Alice Driver. Ilustración: Diana Moreno

La periodista Alice Driver conoce las muchas caras de la migración; estadounidense radicada en México, transita por la frontera entre los dos países en la búsqueda de historias de aquellos que viven circunstancias distintas a la suya, los mal llamados “sin papeles”. Cuando no está acompañando a las personas migrantes, colecciona incontables (y atípicas) anécdotas que visibilizan a las mujeres.

En una ocasión en 2017, Driver fue a América Central por invitación de las activistas Jody Williams, Shirin Ebadi, Tawakkul Karman y Rigoberta Menchú, todas ellas ganadoras del Nobel de la paz, para conocer proyectos de comunidades indígenas. En aquel viaje tuvo la oportunidad de conocer a la familia de la fallecida activista hondureña Berta Cáceres. Otras experiencias así de inusuales también la han llevado a pasar los fines de semana aprendiendo técnicas de entrevistas ante la cámara con Christine K. Jahnke, “quien preparó a mi heroína, la ex primera dama Michelle Obama, para su primer discurso internacional”, recuerda Driver.

Esta periodista, nacida y criada en la zona rural de Arkansas, emigró a México por primera vez para concluir los estudios universitarios y, con el tiempo, cedió a los encantos de su gente, los colores y la diversidad de ese país, y decidió instalarse en Ciudad de México. Sin embargo, es en la frontera con su EEUU natal donde encuentra a las personas que dan más significado a su trabajo: las mujeres y niñas migrantes que arriesgan su vida para cruzar al norte.

Su pasaporte estadounidense está entre los más poderosos del mundo; lo que le garantiza puertas abiertas en busca de historias que nadie está contando, “Creo que he visitado como 40 o 50 países”. Empezó a investigar sobre temas de género hace una década, en particular sobre feminicidios. El resultado, su libro Más o menos muertas: El feminicidio, la persecución y las éticas de representación en México (University of Arizona Press, 2015). Las páginas narran el incesante goteo de desapariciones, la mayoría mujeres, en Ciudad Juárez. La obra, cuyo título se inspira en la novela 2666 de Roberto Bolaños, cuenta que las víctimas, en general migrantes, están “más o menos muertas” porque sus cuerpos permanecen desaparecidos, dejando a sus familias en una búsqueda interminable.

¿Siente que México es un territorio peligroso para los periodistas?

En México no saben ni quién soy, tampoco me prestan la atención. Suelen matar a periodistas locales que investigan la corrupción. Como no cubro este tema, siento que a nadie le importa. En primer lugar, soy extranjera. Y dos, publico casi siempre en inglés. Incluso si lo hago en español, es para medios estadounidenses. Como no me toman en serio [en México], tengo cierta libertad para hacer ciertas cosas.

¿Que implica ser mujer y periodista en la frontera entre EEUU y México?

Puedo entrar en sitios que los hombres no pueden hacerlo. Las mujeres transexuales, por ejemplo, no se fían para nada de los hombres. Han sufrido una violencia horrible y pueden morir en cualquier momento. Por esa razón, son muy desconfiadas. Una de las cosas más difíciles que he hecho en mi vida fue un proyecto a largo plazo con esas mujeres. Lo pude hacer por varias razones: soy mujer, entiendo su situación de vida y tengo mucho respeto por todo lo que han hecho para sobrevivir. También, en los lugares a donde voy, hay pocas mujeres trabajando el tema migratorio. México es muy peligroso. No es Siria, no es Iraq, pero en el tema migratorio te encuentras trata de personas, drogas y carteles. Las migraciones son como conflictos de guerra. Yo intento tomar todos los años un curso de seguridad para periodistas freelance en zonas de conflicto. Como mujer, siento que los medios se fían más si lo hago.

¿Cómo afecta a su salud mental escuchar tantas historias de sufrimiento? ¿No le desestabiliza?

Es difícil. Son historias complicadas pero me dan mucha esperanza. Convivo con mujeres que han pasado por situaciones de violencia, como las trans, y han salido adelante. En general, salen de El Salvador sin haber terminado la primaria y, tras conseguir el asilo, estudian inglés, se organizan y apoyan temas del colectivo. Ellas tienen muchas metas. Ninguna mujer quiere trabajar con sexo pero hay muchas personas que no entienden que no se trata de una opción, sino de su única alternativa.


¿Qué diferencias encuentra en las historias de mujeres migrantes frente a las de los hombres?

Hay muchas mujeres que viajan solas con niños. Una de mis entrevistadas estaba harta de la violencia y se fue a EEUU con un niño de dos meses. Hay un potente discurso [machista] en contra de estas mujeres; dicen que son malas mamás, por ejemplo. Por eso me interesa contar sus historias. Me acuerdo de una niña de 15 años que se fue de su casa para huir de los abusos sexuales de su padrastro. Y aunque el viaje desde Centroamérica para emigrar a México era difícil, la chica estaba encantada. Nunca había tomado decisiones por su cuenta. Ella estaba feliz. Y me dijo que lo haría de nuevo si fuera necesario.

Se publican menos las historias de las quienes regresan a sus países de origen tras ser deportadas desde EEUU. ¿Por qué?

No he acompañado a los deportados de EEUU. Hice algunas entrevistas, pero no les he seguido a largo plazo. Lo que te puedo decir es que hay muchos que regresan; de hecho, hablando con estas personas en la frontera, del lado mexicano, fue como me di cuenta de que el gobierno de Trump estaba apartando a los padres e hijos que cruzasen la frontera de manera irregular. En la frontera entre México y EEUU te das cuenta de las cosas que hace el presidente.

La xenofobia existe en diferentes niveles en los medios de comunicación. ¿Por qué cree que ocurre y cómo se puede mejorar la calidad de la información?

Los hombres blancos representan a la inmensa mayoría en los medios de comunicación. Si pensamos en aquellos que cubren migraciones, gran parte no hablan ni español y tampoco son migrantes. Además, se contrata a la gente graduada en Harvard, adinerada. Todo el mundo cuenta las mismas historias, falta diversidad. Eso es lo que hay que cambiar.

¿Qué contenidos son más comerciales?

Lo que hago no es muy vendible: no escribo sobre Donald Trump. Me gusta escribir sobre personas invisibilizadas, como niñas migrantes y mujeres trans. Me toma tiempo a veces encontrar un medio que quiera comprar este tipo de contenido. Tampoco me envían para cubrirlos. Voy por mi cuenta. Después busco quién me puede apoyar. Los medios siempre hablan de carteles, polleros [personas que transportan trabajadores indocumentados a EEUU] y drogas. A mi me gusta escribir sobre lo que nadie está contando.


Por ejemplo, cuando empecé a trabajar sobre las mujeres trans, no sabes cuántos medios me dijeron que ya habían publicado sobre el tema, como si fuera suficiente publicar una solo historia. Hay mucha gente que solo ve esto en términos de mercado.

Se habla mucho de Trump, pero, ¿y el presidente de México? Cómo evalúa la política migratoria del gobierno de López Obrador?

Lo que yo veo es que [Andrés Manuel] López Obrador hizo al 100% lo que le pidió Trump. No sé qué va a pasar, porque México está pagando en términos prácticos lo de bajar los números de migrantes irregulares. Por ejemplo, actualmente hay mil africanos en Tapachula y López Obrador está enviando guardias nacionales a la frontera sur, está militarizando la migración, algo que, obviamente, no funciona, en lugar de invertir dinero en procesar los papeles de los africanos que tienen todo el derecho de pasar por México.

En términos de la libertad de expresión, ¿hubo grandes cambios entre los gobiernos de Barack Obama y Donald Trump?

Yo no lo he vivido, pero mis colegas sí. Con Trump en la frontera no les han dejado pasar. O les hacen preguntas y revisan sus redes sociales. Ahora lo que veo además es que hay mucho odio contra los periodistas.

Trump ataca con mano férrea a los migrantes en EEUU. ¿Cree que durante la campaña electoral de 2020 habrá espacio para las historias que usted quiere contar?

Siempre es difícil con Trump. Si sale una nota diciendo que su esposa ha mirado con ojitos de amor al primer ministro de Canadá eso ya retrasa la publicación de mis notas. Trump controla mucho el discurso y la atención de los medios.



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