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Reflexión
Anti-Heteropatriarcado
#Cuéntalo, memoria colectiva de la violencia machista a partir de tres millones de tuits
El Salto
2018-12-15
Por Patricia Reguero

Un texto de Virginia P. Alonso y un tuit de Cristina Fallarás prendieron la mecha de #cuéntalo, etiqueta que generó cerca de 3 millones de tuits en dos semanas. En ellos se contaron 50.000 historias personales, entre ellas 5.000 asesinatos, 7.000 violaciones y 14.000 agresiones sexuales. El trabajo de archiveros y periodistas ha convertido las cifras en datos para recuperar la memoria colectiva

Visualización de datos de #Cuéntalo

Un artículo y un tuit.
Así empezó #cuéntalo, la etiqueta con la que miles de mujeres narraron sus historias de violencia machista. El artículo lo firma Virginia P. Alonso, codirectora de Público, el 26 de abril de este año, día en que se hizo pública la sentencia de La Manada. Se titula La ‘no’ violación y empieza así: “Eran ocho o diez tipos, aunque a mí me parecieron cincuenta en el momento en el que tomé la decisión de levantarme y salir corriendo, y cincuenta mil a medida que me agarraban, levantaban la falda, sujetaban y manoseaban, mientras se reían y balbuceaban cosas que no entendía. Salí de allí como pude”.
El tuit es de Cristina Fallarás. Compartía este texto e invitaba a las mujeres a contar sus historias de violencias. Por la tarde eran miles los relatos que se había compartido con el hashtag #cuéntalo. 

Hoy se saben los datos: 2.75 millones de tuits en dos semanas. 790.000 usuarias únicas. 160.000 tuits originales. 40.000 historias personales. 11.000 historias sobre otras personas. 60 países.
La historia de esta construcción de memoria sobre violencia machista, explicó Fallarás ayer en rueda de prensa, la inicia el caso de La Manada. El día en que se da a conocer la sentencia “me di cuenta de que la gente no se creía a la víctima y ella tenía que convencernos una y otra vez de que la habían violado”. “Y pensé que tenemos un problema gravísimo, que es que no nos creen porque no lo hemos contado; y no es lo mismo decir ‘estoy en contra de la violencia’ que contar que un diputado del Parlament de Catalunya me envió una foto de su pene a las dos de la mañana cuando yo trabajaba en El Mundo en Catalunya”.
Fallarás pone en valor los mecanismos que activa el testimonio: “Al contarlo vemos que nos pasa a muchas, genera mecanismos de identificación que son irrefutables, que construyen un relato que elimina la posibilidad de decir que las mujeres mienten”. 

“A diferencia del #MeToo, #cuéntalo es una historia protagonizada por mujeres anónimas”, dice Fallarás, “una narración horizontal”. “Y pensé, ‘has sido una inconsciente, has puesto a las mujeres a relatar su dolor en una red privada, donde no va a permanecer’”, recuerda. 

DE DATOS A MEMORIA
Entre las historias que se relataron en #cuéntalo hay 5.000 asesinatos, 7.000 violaciones, 14.000 agresiones sexuales, 8.000 historias de maltrato, 18.000 de acoso. Se relataron más de 3.500 violaciones o agresiones sexuales a menores de 18 años y más de 1.000 a menores de 12 años. Muchas de ellas, por primera vez. Y, aunque estaban destinadas a lo efímero, la Asociación de Archiveros-Gestores de Documentos de Catalunya se cruzó en el camino.

Con la idea de extraer datos de una empresa privada (Twitter) para darles utilidad pública, Aniol María y Vicenç Ruiz extrajeron un set de datos de dos semanas. “Estábamos experimentando con herramientas y ya habíamos hecho capturas durante los atentados de Barcelona o el referéndum; la sentencia de La Manada nos puso en alerta y empezamos a capturar el 27 de abril, y nos pasamos dos semanas capturando casi sin dormir”, cuenta Aniol María. “Conseguimos cerca de tres millones de tuits pero no teníamos recursos para analizarlos, entonces contactamos con Karma”.

Con ese dataset de 2’75 millones de tuits faltaba en el puzzle alguien con conocimientos para analizarlos. Entonces, entran en contacto con Karma Peiró, periodista de datos: “Cuando contactaron conmigo ya tenían 13 gigas de información que representaban 2’7 millones de tuits y que se había producido en tan solo dos semanas. Los datos nos sirven para dar relieve a las informaciones, pero solo con los datos no sabíamos los delitos que denunciaban, las palabras más mencionadas, desde qué ciudades se escribían, o si las mujeres de otros países sufrían las mismas agresiones, ni qué edades tenían”, explica.
Por eso contactaron con Fernando Cucchietti, investigador del Centro Nacional de Supercomputación: “Teníamos dos dificultades, por un lado los medios digitales permiten movimientos sociales que dejan una huella muy grande para poder procesarla, la segunda dificultad es que la información que se genera es desestructurada”.

DE TWITTER AL COMÚN
Fallarás explica que www.proyectocuantalo.org es un proyecto que lanzan ahora a las instituciones. Entre los organismos contactados están la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género, el secretario de Estado para las Nuevas Tecnologías, y también los ayuntamientos de Barcelona, Madrid y Zaragoza y con el Parlamento Europeo donde tienen una presentación en febrero.
“Las nuevas tecnologías son imprescindibles para abordar la violencia de género, pero esto no es un proyecto sobre violencias sino de nuevas tecnologías”, explicó. El archivero Vicenç Ruiz habla de “soberanía de datos”. “Por primera vez se puede generar un registro desde la subalternidad, desde abajo; #cuéntalo tiene el objetivo de denunciar la violencia machista pero también es una muestra de cómo todos tenemos capacidad de generar archivo”.
Ruiz llama también la atención sobre cómo esos datos recalan en las empresas privadas y son un recurso a explotar por el capitalismo de vigilancia. Al extraer y dar sentido a esos datos, no solo se recuperan las historias: “Los archiveros ya no somos custodios del pasado sino un elemento para que la ciudadanía defienda sus derechos”, concluye.

Para la periodista Karma Peiró, #cuéntalo da una idea de “la cantidad de dolor que hay en las millones de palabras que vertieron centenares de miles de mujeres”. “Cuéntalo, y su análisis, obliga a exigir a quienes hacen políticas públicas que las reformulen para que sean, de una vez por todas, efectivas”.


NOTA DE LA REDACTORA
Hola. Quizá hayas llegado aquí desde algún rincón de Forocoches o Burbuja de esos que sistemáticamente dicen "las mujeres mienten". A lo mejor eres un señor enfadado de Vox de los que creen que las femihembristas quieren machacar a los hombres. O uno de los autores de los 4.000 tuits anti-cuéntalo que recoge el análisis de los datos que se hicieron públicos ayer —no os preocupéis, vosotros también hacéis archivo—. Quizá simplemente estés debidamente socializado en los estereotipos sexistas que nos dicen eso: que inventamos, que exageramos, que somos histéricas. Y, sí, podemos mentir, así como podemos cometer delitos, ser violentas, claro que sí. Pero en #cuéntalo hay 51.000 historias. Y no es solo eso. Son también las mujeres del #metoo, las artistas de la Caja de Pandora, las periodistas de medios feministas, las actrices argentinas del #mirácómonosponemos o las trabajadoras del Parlamento Europeo, por poner solo algunos ejemplos de los que hemos informado en este medio. Son miles de historias de violencia en diferentes países y sectores. ¿Mienten miles de mujeres anónimas que cuentan historias cuyos patrones se repiten a lo largo y ancho del planeta? "Las mujeres no tenemos tiempo ni ganas de mentir", decía ayer Cristina Fallarás. 



Contenido Original por El Salto