La larga lucha del pueblo saharaui por su derecho a la autodeterminación se ve aún más comprometida desde noviembre de 1975. En esos momentos España era la autoridad colonizadora del Sahara español como su provincia número 53, y mientras el dictador Franco estaba dando sus últimos estertores en una cama de hospital, se propició la invasión marroquí desde el norte y mauritana desde el sur, sobre dichos territorios con el asesinato, represión, y expulsión del pueblo saharaui que quedó abandonado completamente por parte de España y su ejército que deberían haber garantizado la seguridad de quienes eran sus ciudadanos. En esa larga lucha de resistencia a la ocupación marroquí, y la inacción o indecisión internacional hay que recordar otra de las tantas invisibilizaciones de que han sido objeto, y es que la llamada Primavera Árabe y las revoluciones enmarcadas en ella, en realidad no iniciaron en Túnez por los acontecimientos de diciembre de 2010, sino que comenzaron unos meses antes en octubre de 2010, en la acampada de Agdaym Izik en El Aaiún ocupado, que congregó a cerca de 20.000 hombres y mujeres de todas las edades incluyendo niños/as, quienes sufrieron el asalto, represión y detenciones por parte de unos 3.000 efectivos de la policía y ejército marroquí, con una cifra de fallecidos no aclarada pero que podría llegar al centenar y unas 177 personas apresadas de quienes a día de hoy cerca de 50 aún siguen encarceladas.
La escalada de las confrontaciones por parte del reino invasor de Marruecos ha sido constante, acompañada de una creciente carrera por conseguir apoyos internacionales pasando por encima de lo dispuesto por las resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas sobre el Sahara Occidental y su proceso de descolonización no concluido, acompañadas por la MINURSO como Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum del Sahara Occidental que posibilite una solución adecuada y definitiva.
En el ejercicio de represión y uso de la violencia sobre la población ocupada, acompañada por un accionar de lobby a nivel internacional que apoye y consolide lo logrado por la fuerza, el estado sionista de Israel es un buen ejemplo y reciente acompañante de las aspiraciones usurpadoras del Reino Alaoui. Mediando entre ambas partes, el ex presidente de Estados Unidos Donald Trump, una vez perdidas sus últimas elecciones presidenciales y antes de abandonar la Casa Blanca, promovió y firmó una serie de decretos y acuerdos vinculantes para el gobierno entrante. Entre ellos facilitó un acuerdo por el cual el Reino de Marruecos reconocía al Estado de Israel a cambio de que Israel, Estados Unidos y países asociados y/o con intereses sobre los recursos existentes en los territorios ocupados del Sahara Occidental, brinden apoyo, reconozcan y garanticen el control total sobre los mismos por parte de Marruecos. Joe Biden como nuevo presidente de Estados Unidos, no parece mostrar interés en dar marcha atrás a dicho acuerdo, a pesar de que dentro del Partido Demócrata existen algunas expresiones disidentes de jóvenes mujeres congresistas como Rashida Tlaib (de origen palestino), Ilhan Omar (de origen somalí) o la propia Alexandria Ocasio-Cortez que junto con Rashida son parte de los Socialistas Democráticos de América, y una serie de movimientos sociales y organizaciones de comunidades racializadas (BIPOC - black, indigenous and people of colour; acrónimo en inglés que aglutina a personas negras, indígenas y personas de color chicanas, asiáticas...), e incluso judíos no sionistas, que también desde las calles, también están tratando de romper el poder del lobby sionista israelí que sigue más activo que nunca.
La represión del reino marroquí sobre la población saharaui que aún resiste en los territorios ocupados es continua, como acontece en el caso de Sultana Sid Brahim Khaya, presidenta de la Asociación de Protección de Derechos Humanos y contra el Expolio de los recursos naturales de Sahara, en la ciudad ocupada de Bojador. Sultana lleva más de 200 días bajo arresto domiciliario, junto a su hermana Waara y su madre Metu de 84 años. En palabras de Sultana recogidas por Fatma Galia Mohamed en una entrevista publicada en Pikara Magazine el 26 de mayo de 2021 (https://www.pikaramagazine.com/2021/05/sultana-195-dias-arresto-domiciliario/) “Los marroquíes no nos respetan como mujeres y la violencia de género es lo que practican hacia nosotras: la física, la religiosa, la social, la política y, sobre todo, la económica. No quieren que accedamos al mercado laboral para ser dependientes de los hombres o de la monarquía a través de los subsidios que da Marruecos, y que no alcanzan ni la mitad del mes”. En medio de ese continuo estado de aislamiento forzado y vigilancia permanente por parte de la policía marroquí, el pasado 10 de mayo de 2021 (aniversario de la constitución del Frente Polisario) ellas fueron asaltadas en su domicilio por 50 policías marroquíes, asalto que incluyó torturas y violaciones sexuales. ¿Y qué está haciendo la Unión Europea? Salvo con las excepciones de Alemania y Noruega con una posición de rechazo al control pretendido por Marruecos sobre el Sahara ocupado, hay muchos otros países como Francia, y el propio estado español con intereses comerciales y pasados coloniales no resueltos, que siguen pasando sobre puntillas sobre el asunto, más preocupados en no soliviantar al vecino con quienes comparten el expolio sobre los territorios saharauis ocupados y sus recursos, y que además usan como filtro y elemento disuasorio para contener efectos migratorios como lo hacen con Turquía en el caso europeo o México en el estadounidense. No debemos olvidar tampoco el papel en dichas connivencias de la monarquía Borbónica en el estado español con lazos y conexiones personales y sobre todo económicas de los que el rey emérito Juan Carlos I debería ofrecer aclaraciones, de las muchas pendientes, sobre cómo beneficiaron a sus arcas privadas.
El actual gobierno del estado español accedió a recibir a finales de abril de 2021 al líder del Frente Polisario y actual presidente de la RASD (República Árabe Saharaui Democrática) Brahim Gali, por motivos humanitarios para poder ser tratado de una serie de enfermedades, en un ejercicio de malabarismo diplomático intentando nadar y guardar la ropa, queriendo seguir como socio prioritario con asuntos y negocios en Marruecos sin al mismo tiempo avanzar con la responsabilidad del estado español ante la ONU por su papel principal en el inconcluso proceso de descolonización del Sahara.
Y Marruecos movió nueva ficha, ahora jugando con la vida de esos ciudadanos que quieren llegar a Europa, muchos de ellos marroquíes y de quienes su régimen tampoco se preocupa, pero con cuyas vidas presionan al Estado español y con ello a Europa, en un constante juego macabro para tener el poder y control absoluto sobre el Sahara Occidental.
Y es así como dos pueblos y sus gentes, saharauis y palestinas de manera directa, y el las propias gentes marroquíes y de otras zonas que pretenden emigrar a Europa de manera indirecta, vuelven a estar en medio de los intereses de quienes siempre se han beneficiado y benefician de explotar personas, recursos y territorios.
Begoña Dorronsoro - Ativista basca, Doutoranda em Pós-Colonialismos e Cidadania Global no CES. Graduada em Ciências Biológicas (Ecologia) pela Universidade do Pais Basco (U.P.V.-E.H.U.) estado espanhol, e Mestrado em Avaliação e Recuperação Ambiental. Com experiência de mais de 10 anos, trabalhando e militando em diversas ongds bascas, em cooperação internacional para o desenvolvimento dos póvos, com organizações indígenas principalmente de Colômbia, Bolívia e Guatemala. Volta a academia para fazer o Mestrado em Estudos Feministas e de Género, na Universidade do Pais Basco.