En la matriz hegemónica de la modernidad occidental, que ha cobrado mayor fuerza en el siglo XVIII y que sigue inscribiendo numerosos conjuntos sociales en un espacio marcado por líneas abisales, se arraiga un sistema de poder patriarcal, neocolonial y capitalista neoliberal. Estas narrativas y prácticas hegemónicas generan diversas formas de opresión producidas en las encrucijadas de una multiplicidad de categorías o identidades, estando circunscritas a realidades locales y globales, complejas y materiales, que consideran las condiciones e intersecciones sociales, políticas y económicas estructurales (Hill Collins y Bilge, 2019). En este sentido, el presente ensayo pretende visibilizar otros saberes, y revindicar los procesos colectivos de lucha entablados por las mujeres del Sur contra el poder corporativo proyectado en sus territorios.
Las epistemologías del Sur y la perspectiva feminista
La epistemología del Sur es un enfoque que problematiza la modernidad de Occidente, poniendo en jaque su supuesta homogeneidad, validez y universalidad. Esta narrativa comienza a sostenerse a partir del proceso histórico y socio-económico colonial, avanzando a partir del siglo XV y cobrando mayor fuerza en el siglo XVIII, a partir del movimiento intelectual y cultural ilustrado europeo. El colonialismo pretendió justificar las relaciones de poder ejercidas por las metrópolis y naturalizar las formas sistemáticas de explotación en las colonias, culminando en privilegios y desventajas sociales, económicas, políticas y culturales entre el Norte y el Sur globales, respectivamente. Además de traer consecuencias nefastas, como la matanza y la esclavitud de parte de la población asiática, africana e indígena americana, este paradigma estableció sistemas de administración e instrucción, conquista de tierras, recursos naturales y mano de obra (Bhabha, 2002) en nombre de la evangelización y de la civilización. Igualmente, impulsó la producción de fronteras, jerarquías e imaginarios culturales, subversión de regímenes y propiedades, y clasificación de personas en diferentes categorías (Mbembe, 2016) mediante la construcción de lineas abisales divisorias. Esta fragmentación otorgó dignidad, historia, identidad, memoria, cultura y poder creativo a las personas del Norte, y una ontología fallida, inhumanidad, irracionalidad, salvajismo, y primitividad a los seres de un Sur metafórico (Santos, 2018).
Pese a la independencia de los países colonizados, todavía impera una lógica coherente con este proyecto que asegura los intereses geopolíticos y económicos de una élite global internacional (Ruiz-Giménez, 2016), y establece modelos neoextractivistas apoyados por los discursos del desarrollo y de la economía de mercado. Aquí, la hegemonía cultural e ideológica tiene un papel fundamental en la construcción de lo que es familiar y lo que es extraño (Said, 2002), patentes en una violencia epistemológica y ontológica emergida en la extensión de la frontera simbólica de la categoría etno-racial, atravesando los cuerpos y las identidades subalternas (Spivak, 1987).
Considerando esta dinámica opresora, las epistemologías del Sur abogan por la justicia social, económica, cultural y cognitiva. De ahí la necesidad de construir espacios horizontales de interacción de experiencias e ideas entre diversas culturas, evocar las capacidades colectivas, y reconocer el bagaje de saberes alternativos del Sur manifestados en los movimientos de resistencia que son liderados por estas subjetividades desplazadas (Santos, 2018).
Para que haya una transición a una cultura emancipatoria es imprescindible hacer frente al patriarcado milenario que fragmentó, sistematizó y jerarquizó lo femenino y lo masculino, y desmantelar el pensamiento androcéntrico generado por el pensamiento abisal. De tal manera que se hace imperativo integrar las hermenéuticas feministas en las epistemologías del Sur y luchar contra un sistema legitimador de privilegios masculinos y que releva a las mujeres a una situación de desigualdad. Por tanto, no se puede alcanzar justicia social y cognitiva sin justicia sexual (Cunha y Casimiro, 2019). Para ello, es primordial reivindicar todos los trabajos realizados por las mujeres, puesto que “sostienen y alimentan la vida en todas sus manifestaciones, la dignidad y la imaginación diaria del futuro” (Cunha y Casimiro, 2019, p. 83).
Así, se plantea que el comercio, la pesca, la cocina, el cultivo de la tierra, las manualidades y otras prácticas creativas y artísticas, etc., son trabajos que, en un contexto de convivencia social, pueden ser repolitizados y utilizados como herramientas de resistencia libertadora. Es decir, a través de las micro-políticas de lo cotidiano, de la corporalidad y del hacer, se puede producir pensamientos y palabras críticas, redefiniendo el futuro, el aquí-ahora y los rastros del pasado. En ese marco, el trabajo y la vida comunitaria, las redes de cooperación mutua y las movilizaciones pueden alumbrar formas comunes de vida que escapan de los mecanismos macro-políticos del Estado y del capital (Rivera Cusicanqui, 2018, 2019).
El poder corporativo y las luchas de las mujeres del Sur
En vista de que el orden capitalista neoliberal agudiza las dominaciones de clase, y reinventa un sistema de poder basado en el género, raza y edad, la hermenéutica feminista de las epistemologías del Sur cuestiona el poder corporativista evidenciado en los proyectos de acaparamiento de la mano de obra, territorios, recursos naturales, energía y mercados, sobre todo, de las periferias del sistema.
Acercándose al contexto mozambiqueño, se visibiliza como la vida de las mujeres y niñas son afectadas por los impactos de las transnacionales, ya que la lógica neoextractivista, además de crear problemas colectivos -vinculados con el acceso a la tierra, sostenibilidad ambiental, identidad cultural, relación Estado y sociedad, militarización y conflictos violentos-, aviva las desigualdades basadas en el sexo/género. De este modo, este régimen se arraiga en el orden económico hegemónico y acentúa los divorcios, separaciones y matrimonios precoces; violaciones, prostitución y enfermedades de transmisión sexual; y división sexual del trabajo, instaurando nuevas reglas socioculturales que obstaculizan la participación de las mujeres en las economías locales y en ciertas actividades. Asimismo, las mujeres se quedan al margen de las consultas comunitarias, de los procesos de toma de decisiones y de las actividades extractivas, y sus necesidades no se toman en cuenta en la legislación de la industria implantada (Sitos, Bila y Velasco apud Cunha y Casimiro, 2019).
Pese a estos y a otros desafíos locales y globales, como la despolitización, el conformismo y la resignación ciudadana, diversas acciones cotidianas son generadas por las mujeres de África, Ásia y América. A este respecto, es esencial reconocer las experiencias de lucha que pretenden desmantelar el neoextractivismo patentes en las historias de auto-cuidado y alianzas entre mujeres tejedoras de redes, asociaciones y organizaciones. En el continente africano, se destaca la red WoMin (African Women Unite Against Destructive Resource Extraction) creada en 2013 para incidir e investigar sobre extratictivismo y género (Cunha y Casimiro, 2019).
Epílogo
Por consiguiente, se entiende que las mujeres del Sur son sujetos políticos capaces de resistir, revolucionar y subvertir las lógicas mercantiles, imaginando y recreando alternativas futuras, acciones micro-políticas emancipadoras, libertadoras y transformadoras, y otras relaciones de poder en defensa de la vida y del territorio. Estos conocimientos y aprendizajes, comunitarios y locales, del Sur no Imperial se desplazan al núcleo de una hermenéutica feminista y de una ecología de saberes que combaten la supremacía de los discursos desarrollistas, neoextractivistas, patriarcales, androcéntricos, antropocéntricos, etc. De esta forma, se aboga por la construcción de estrategias de lucha por la igualdad y el reconocimiento de las diferencias, alejándose de las retóricas de la democracia, Estado de derecho y derechos humanos universales reproducidos por los axiomas de la modernidad occidental.
Referências
Maíra Dias Pereira. Doctora en Humanidades y Ciencias Sociales por la Universidad Pública de Navarra (UPNA), Diploma de Estudios Avanzados en Historia del Arte y postgraduada en Cultura Contemporánea por la Universidad de Barcelona (UB). En la actualidad, está haciendo prácticas en Gernika Gogoratuz/ Gernikatik Mundura, y, así, finalizando los estudios de Máster en Desarrollo y Cooperación Internacional de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU)/Instituto Hegoa. En el programa de doctorado ha investigado sobre la inmigración latinoamericana en la cinematografía española contemporánea. En el ámbito del cine, fue encargada de ciclo en las últimas seis ediciones del Festival Internacional de Cine de San Sebastián/Donostia Zinemaldia. Igualmente, ejerció como integradora social en CEAR- Euskadi y colaboró en diversas iniciativas en el campo socio-cultural