es
Reflexión
Anti-Heteropatriarcado
Sí, se acabó: el feminismo cambia el mundo
CTXT - Contexto y Acción
2023-09-02


Las jugadoras de la Selección celebran su pase a la final tras ganar a Suecia. / REAL FEDERACIÓN ESPAÑOLA DE FÚTBOL

En contra de lo que todas esperábamos, el presidente de la Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales, ha anunciado, con un discurso bravucón, vergonzante y casposo en la Asamblea General Extraordinaria de la RFEF de este viernes 25 de agosto que no piensa dimitir. Hemos asistido a una de las intervenciones más repugnantes de los últimos tiempos, a la altura de los delirios negacionistas a los que la extrema derecha nos tiene acostumbradas. Rubiales sacó su arrogancia y su machismo a pasear, y los asistentes de la asamblea lo respaldaron aplaudiéndole y demostrando al país que todavía queda mucho por cambiar.

Tras el beso no consentido a la jugadora Jenni Hermoso durante la celebración de la victoria de la Copa Mundial Femenina, no han dejado de sucederse durante los últimos días las reacciones de condena. Pero inicialmente no vinieron ni de las instituciones, ni de la prensa, ni de sus compañeros de profesión, sino de la sociedad. De gente anónima, mayoritariamente mujeres, que se sintieron personalmente interpeladas tras ser testigos en directo de un episodio que muchas hemos sufrido en privado y en nuestras carnes demasiadas veces. Aunque algunos se sigan empeñando en negarlo, estas cosas pasan continuamente. La buena noticia es que las mujeres, y poco a poco la sociedad entera (salvo algunas nada honrosas excepciones trogloditas), han dicho basta. La mala, es que Rubiales pretende atrincherarse en un carguito demasiado goloso para él y para sus amigotes. No durará mucho. Como dijeron las jugadoras de la Selección nada más acabar el acto federativo, “se acabó”.

Tanto en las redes sociales como en las calles la indignación se está convirtiendo en un clamor. ¿Cómo es posible que el responsable de representar el fútbol español, en uno de sus momentos más gloriosos, se atreviese a sujetar por la cabeza a una jugadora y besarla sin su consentimiento? ¿Cómo se atreve además a culpabilizar a la víctima y a aferrarse al cargo? Pero lo cierto es que solo cuando los comentarios de la gente común se hicieron imposibles de ignorar, algunos medios (pocos) e instituciones empezaron a pronunciarse. Y muchos otros actores han ido cayendo del guindo poco a poco, como ese locutor deportivo de la COPE, siempre sumiso al poder, que explicaba cómo, con el paso de las horas, había ido dándose cuenta de que su primera reacción, normalizar el beso forzado dentro de un contexto de euforia, a lo mejor no era tan normal, y menos al tratarse de un jefe y su subordinada. Qué gran victoria es esta para el feminismo: hombres que hasta ahora no se habían preocupado por los actos machistas, las agresiones y los abusos que sufren las mujeres a diario empiezan al fin a experimentar epifanías y a abrir los ojos.

Lo triste es tener que haber llegado a una agresión en público seguida de millones de comentarios de asco y rabia para que algunos hombres del deporte y algunas –a estas horas todavía pocas– empresas hayan empezado, al fin, a moverse. Pero nosotras sabemos bien lo que ocurre de puertas adentro y mantenemos un sano escepticismo. Los que ahora condenan lo ocurrido, ¿seguirán aceptando este tipo de comportamientos en contextos privados? ¿Se tomarán ahora en serio a las siete jugadoras que no fueron al Mundial y que en su momento denunciaron al entrenador Jorge Vilda por perjudicar la salud de las futbolistas?

Las feministas hemos tenido claro desde el primer momento que no había ninguna necesidad de que la agredida, Jenni Hermoso, tomara partido ni denunciase los hechos. Quien debía haber dado explicaciones era su agresor, que no solo no fue capaz de hacerlo, sino que intentó distribuir las culpas a medias, forzar un mensaje de apoyo de la jugadora –falsificando las declaraciones de esta–, y todavía en la comparecencia de hoy ha tenido la desvergüenza de asegurar que el beso fue consentido e incluso propiciado por la propia futbolista. Como si el momento no estuviera grabado.

No tenía obligación de hacerlo, pero pese a todo Hermoso decidió hablar, y lo hizo con la mayor inteligencia: de la mano del sindicato de futbolistas profesionales, FUTPRO, y de su agencia de representantes. Una gran lección, otra más, de estas jugadoras excepcionales, que conocen bien la importancia de lo colectivo y ensalzan el apoyo mutuo entre mujeres y la necesidad de organizarnos para protegernos y conseguir derechos. Como dice uno de los lemas feministas: “Me cuidan mis amigas, no la polícia”.

Las jugadoras van a firmar un comunicado conjunto de repulsa. Desde sus redes han condenado ya la actitud de Rubiales y la mayoría se ha sumado a la denuncia de Alexia Putellas: “Esto es inaceptable, se acabó. Contigo compañera Jenni Hermoso”. Tras la repugnante comparecencia de hoy, se hace patente una vez más que, si bien todavía queda mucho camino por recorrer, y más en el deporte más excluyente del mundo, es innegable que el umbral de tolerancia del machismo en la sociedad española ha cambiado, pese a que muchos sigan todavía sin querer enterarse. Apenas hemos vislumbrado la punta del iceberg, una breve muestra de violencia en directo; ahora queda por sacar a la luz años de desigualdades, de discriminación, de disparidad salarial y de violencia oculta. Pero sí, ahora hasta el más troglodita forofo del fútbol lo sabe: se acabó.



Contenido Original por CTXT - Contexto y Acción